Por encima de todo son cronistas sociales por naturaleza. Provienen de todas partes, de todos los barrios.
Su principal contradicción es considerarse artistas profesionales y no tener que alternar su quehacer artístico con algún trabajo. Esto, según ellos, los haría sentirse aficionados y no es lo que quieren. No desechan el término "aficionados" pero alegan que al igual que un cantante lírico, un artista plástico, un poeta o un crítico de arte, o un músico necesitan tiempo para dedicarlo a hacer su música, elaborar sus textos, hacer promoción en la radio o la TV y nutrirse culturalmente. Muchos otros están sentados en el contén del barrio, dándole caza a lo que sucede cada día para alimentar sus textos. El rapero tiene como principales objetivos ser reconocido en su patio, lograr grabar sus discos y depender económicamente de su trabajo. El rap es algo empírico, no se estudia y esto en los medios culturales cuesta a la hora de su evaluación e interpretación de sus trabajos, ya que ningún rapero proviene de alguna escuela de arte.
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